La Guardia Revolucionaria iraní asumió la autoría del lanzamiento, que se ejecutó apenas 48 horas después de que Estados Unidos atacara tres de sus principales complejos nucleares, en lo que se ha interpretado como una intervención clara en el conflicto que enfrenta a Irán con Israel desde hace más de once días.

El epicentro de la agresión fue la estratégica base militar estadounidense de Al Udeid, localizada a pocos kilómetros de Doha, lo que provocó una reacción inmediata de las baterías antiaéreas qataríes.

Las explosiones no solo sacudieron el territorio de Qatar, sino también diversas zonas de Irak, en lo que representa un escalamiento regional coordinado por Teherán contra múltiples bases estadounidenses en Medio Oriente.

Fuentes locales en ambos países han confirmado el sonido de sirenas y movimientos de evacuación, mientras las autoridades militares activaban sus protocolos de emergencia.

Desde el gobierno de Qatar, se emitió una enérgica declaración en la que se calificó el acto como una “flagrante violación de su soberanía nacional”, advirtiendo que su territorio no debe ser escenario de represalias ni conflictos ajenos.

El Ministerio de Defensa qatarí reforzó sus medidas de vigilancia aérea y se mantiene en contacto directo con el Comando Central de EE.UU., que opera desde dicha base.

A partir de este nuevo giro, la tensión en el Golfo Pérsico alcanza un nivel sin precedentes desde inicios de año, obligando a las naciones del área a revisar sus acuerdos de seguridad y preparar planes de contingencia ante una posible escalada bélica.

El impacto geopolítico del conflicto ahora toca directamente a países aliados de Occidente, como Qatar e Irak, incrementando la presión internacional para buscar una solución diplomática inmediata.