Pensé que era solo una rozadura .. Así empezó todo.

 

Pensé que era solo una rozadura ..
Así empezó todo.

Pensé que era solo una rozadura ..
Así empezó todo.

Un ardor leve en el costado.
Como si la piel estuviera irritada.
No había golpe, ni herida… pero dolía.
Al día siguiente, aparecieron unas pequeñas ampollas.
Y con ellas, el dolor se volvió insoportable.



Fui al médico creyendo que era una infección de piel.
Pero lo que tenía era algo mucho más profundo:
Herpes zóster.
La famosa “culebrilla”.

Ese virus que alguna vez me dio varicela cuando era niño,
había estado dormido en mi cuerpo durante décadas.
Y ahora… despertaba con fuerza.
Atacando directamente mis nervios.



El dolor era distinto a todo lo que había sentido.
No era superficial.
Era como si una línea ardiente se encendiera por dentro.
Como una corriente eléctrica constante,
que ni los analgésicos lograban apagar.

Y lo peor… es que si no se trata a tiempo, puede dejar secuelas para siempre.



Aprendí que el herpes zóster no es solo una erupción.
Es una enfermedad que puede cambiar tu calidad de vida.

• Puede dejar neuralgia postherpética: un dolor crónico incapacitante.
• Puede afectar los ojos y dejarte con problemas de visión.
• Puede comprometer el oído, el rostro, incluso el equilibrio.
• Y puede generar infecciones graves si las lesiones se descuidan.



Hoy estoy en tratamiento.
Aún duele. Pero sé que llegué a tiempo.
Y por eso escribo esto:

👉 No subestimes un ardor en la piel.
👉 Si ves ampollas en línea, en un solo lado del cuerpo, busca ayuda médica de inmediato.
👉 Cuida tu sistema inmune. El estrés, el cansancio y la edad también despiertan al virus.



A veces, lo que parece “una simple rozadura”…
puede ser el grito de un virus que nunca se fue.
Solo estaba esperando